Me fijé en varios de ellos. Entre otros, una chica alta, delgada y rubia, la única que jugaba al fútbol con los chicos. Después, yo estaba dando de comer a los patos, cuando se acercó una chica no muy alta, gordita y morena, estaba sola. Me dijo que los patos se comían cualquier cosa que les echabas. Pasó un rato, estábamos tumbados y delante de nosotros cuatro chicas estaban persiguiendo a otra. Una de las perseguidoras era la rubia alta y la perseguida la morena gordita. Al principio pensé que tal vez sólo jugaban, pero cuando la tiraron al suelo y la golpearon, me di cuenta de que no era así. La dejaron allí en el suelo y se fueron. Ella se levantó y se escondió entre unos altos arbustos. Las cuatro perseguidoras volvieron, al principio no la veían, pero rápidamente se dieron cuenta de que estaba escondida y la rodearon. No lo pude, ni quise evitar, me levanté, me acerqué y les dije: "chicas, ¿a qué jugáis?". Le pregunté a la acosada que si estaban jugando. Me dijo que no, que le estaban pegando. Le pregunté que con quien habían venido y me dijo que con las profesoras que estaban allí (señaló hacía la cafetería). Salió de los arbustos, se puso a mi lado y me dijo que le mirara entre el pelo, que le habían echado comida de patos por la cabeza. La rubia alta le empezó a gritar, le dijo que ella siempre les daba patadas en clase de lengua. Yo le pregunte a la acosada que por qué lo hacía. Primero dijo que no lo hacía, pero después dijo que tenía que defenderse de ellas porque le daban collejas. Entonces le pregunté a la rubia alta que por qué lo hacían y me dijo que porque ellas siempre tenían razón. Qué miedo me da la gente que piensa eso!! Le dije que nadie es perfecto y que todos alguna vez nos equivocamos. Y le pregunté que si no creía que habría otra forma de resolver esto. Entonces, se dio la vuelta y se marchó corriendo. Aunque evidentemente, yo no sabía qué es lo que habían de resolver, lo que quería era hacerle pensar que había otra manera de solucionar lo que fuera que estuviera pasando. El resto de las jovencitas también se marchó. Yo volví a sentarme y a los pocos minutos pasaron por allí las profesoras hablando de sus cosas.
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